ALMO.- Ha empezado la cosecha de soya y
el argentino Gustavo Grobocopatel, bautizado por la prensa de su país como el
“Rey de la Soya”, se ha desplazado a Soriano, la franja costera y fértil de
Uruguay, donde su empresa tiene unas 90.000 hectáreas sembradas.
Al frente del grupo los Grobo,
este hombre alto, de pelo y barba rojizas, es uno de los empresarios más
influyentes de Argentina. Su grupo es uno de los principales productores de
granos del país e invierte cada vez con más fuerza en la industria.
Gustavo Grobo, como lo llaman sus
colaboradores, prefiere definirse como ingeniero agrónomo. Pero no se trata de
cualquier ingeniero, a sus 53 años de edad es uno de los precursores de la
Revolución Verde que hace 25 años puso los cimientos de la bonanza económica que
vive buena parte de América Latina.
“Lo que viene en diez años es una
especie de Revolución Industrial Verde”, anuncia el empresario, “las plantas
empiezan a transformarse en fábricas, es decir, una planta que hasta ahora
producía granos, empieza a producir energía, empieza a producir bioplásticos,
empiezan a producir moléculas, enzimas… , productos de uso industrial”.
Habla sin pestañear, sin dudar un
segundo, transmitiendo una certeza absoluta: “estamos en la víspera es un
proceso de revolución industrial de la misma magnitud de aquella que se inició
en Inglaterra en el siglo XVIII y que impactó en el XIX y en el XX. Nosotros
estamos generando una nueva revolución que tiene algunas particularidades
optimistas: estas fábricas que son vegetales no tienen chimeneas, no emiten
dióxido de carbono, lo absorben. Son fábricas que son amigables con el
medioambiente, usan energía renovable que es la energía solar, no usan el
carbón, no usan energía atómica”.
Secretario y socio fundador de la
Cámara Argentina de Biotecnologías, este nieto de emigrantes venidos de
Bessarabia, región situada actualmente entre Moldavia y Ucrania, fue un pionero
en la aplicación de la llamada “siembra directa”. Esta técnica, ahora general
en toda la región, consiste en evitar la labranza, dejando los suelos en
barbecho. De este modo se limita la erosión y se preserva la riqueza de la
tierra. La llegada de los transgénicos (resistentes a las plagas) hizo el
resto, propiciando un enorme aumento de la productividad.
En Soriano, pocos cuestionan el
uso masivo de semillas transgénicas, prohibidas en algunos lugares del mundo
porque su inocuidad a largo plazo no ha sido demostrada.
“La realidad es que en el mundo
hay menos pobres, hay más gente que come mejor”, afirma Grobo, “y la soja, el
glifosato (un herbicida), los transgénicos, han tenido un aporte positivo. Me
parece que criticar al transgénico, criticar al glifosato sin tener argumentos
sólidos y avalados por el Estado es de una irresponsabilidad muy grande”.
Nadie sabe con certeza cómo
estarán los acuíferos y las tierras de la Pampa húmeda dentro de cien años. De
momento, organizaciones ecologistas han denunciado que el glifosato, un
herbicida utilizado a gran escala, está contaminando los campos y las napas
freáticas.
Los Grobocopatel tienen sus
propios límites geográficos en la Pampa húmeda, región de unos 600.000
kilómetros cuadrados de praderas que se extiende en todo Uruguay, Rio Grande
del Sur (Brasil) y una parte de Argentina. Son las tierras extremadamente
fértiles que alimentaron Europa hasta que realizó su propia Revolución Verde a
finales del siglo XX.
En el siglo XXI el horizonte de
riqueza está en China, principal consumidor de soja, utilizada para alimentar
ganado y satisfacer la demanda creciente de carne de la población. Es un
mercado que no parece tener fondo, capaz de devorar la Pampa húmeda y los
recursos del mundo.
Para Gustavo Grobo, “no se podrá
producir más y más de forma indefinida y habrá que cambiar las pautas de hábito
de consumo. Si los chinos van a comer lo mismo que un norteamericano, no
alcanzan siete planetas. Si cada chino quiere tener dos autos, tres heladeras,
cuatro microondas, no alcanza la minería del planeta”.
Las relaciones de este rico
empresario con los Gobiernos de Néstor Kirchner y de su esposa, Cristina
Fernández, vienen siendo tensas desde hace ya años. Gustavo Grobo ha criticado
duramente la política tributaria de los “K”, como los llaman en Argentina,
porque a su juicio desestimula la producción.
“Creo que estamos en un periodo
de transición, donde va a haber un cambio de Gobierno (en Argentina) que no
sabemos quién va a ser, pero yo creo que una de las cosas que tiene que hacer
el próximo Gobierno es reparar esta relación con el sector de agronegocios y
ayudarlo para que se potencie.”
A Gustavo Grobocopatel le
disgusta en extremo que lo llamen el “Rey de la Soya” y admite como una
fatalidad que “se necesita a veces una cara, una imagen y una historia de vida
detrás de un proceso”. En alguna ocasión dijo que habría preferido que lo
llamaran el “Steve Jobs o el Bill Gates de la agroindustria”.
En todo caso, está lejos del
arquetipo del terrateniente latinoamericano; su grupo familiar, arraigando en
el campo, integrado por un ejército de ingenieros agrónomos, es sin duda un
nuevo modelo empresarial para la región.
FUENTE El País