sábado, 12 de abril de 2014

‘Consolidar voluntades es el reto de la empresa familiar’


El empresario Javier Urey, autor del libro 'Padres trabajadores, hijos ricos, nietos pobres ¿mito o realidad?', fue conferencista del ExpoManagement organizado por IDE Business School el mes pasado. Urey, quien es el principal de la firma boliviana Mainter SRL y también es miembro del Directorio del Diario El Deber, habla sobre el papel de las empresas familiares en la región y el protagonismo que podrían llegar a ocupar en las economías interconectadas.

¿Los padres trabajadores no son el pilar de una sólida estructura generadora de riqueza para las siguientes generaciones?

Hay que definir ese concepto de riqueza porque no se trata únicamente de un tema patrimonial. Uno puede heredar bonos y bienes a sus hijos pero si no hay una cultura, una educación en valores, difícilmente ellos o los nietos podrán mantener lo creado. La cultura de la empresa refleja la cultura de la familia, el cómo tú actúas en una mesa del comedor, si conversas con tu esposo, tu esposa o con tus hijos va a reflejarse el día de mañana en la mesa de un directorio empresarial.

El cómo le enseñas a tus hijos a tratar al personal doméstico, al chofer, a la niñera, al jardinero... será un parámetro de cómo ellos manejarán los RR.HH. en un futuro. La complejidad de las empresas familiares va por allí, por cómo se inculca a los hijos una estructura de valores que los forme para que sean las personas idóneas para hacerse cargo de los negocios.

Entonces, ¿el no cultivar aquellos aspectos podría significar que las empresas no trasciendan entre generaciones?

 Sí. El otro concepto que plantea mi libro es, aunque no conozco a profundidad al tejido empresarial ecuatoriano, cuestionar a la sociedad sobre si las empresas exitosas en la década de 1970 y 1980 en el Ecuador hoy siguen operando. Si la respuesta es negativa hay que identificar el porqué. Allí uno se encuentra con una dura realidad: algunas firmas dejaron de existir por nepotismo, falta de comunicación, de claridad al establecer una sucesión generacional, falta de compromiso...

En las empresas familiares no existen recetas de cocina sino realidades distintas y soluciones diferentes para cada caso. ¿En qué se asemejan las empresas familiares bolivianas a las ecuatorianas?

En ambos casos se desarrollan en economías extractivistas. Existen algunos casos que se podrían asemejar en empresas dedicadas a la industria agrícola. Bolivia, y especialmente mi región Santa Cruz, es un gran exportador de soya y derivados.

Pero en ese contexto agroindustrial hay algo comparable en ambos casos: hay generaciones de empresarios que, probablemente, pasaron por aulas académicas y tienen una visión diferente de hacer negocios. Ellos se han preocupado por formar a sus sucesores, por invertir en la educación de sus hijos e inculcarles una estructura de valores.

 Cuando se indaga sobre casos de las empresas familiares en el mundo es muy incipiente el material de ejemplos de nuestros países. He visto con mucha satisfacción que el IDE Business School está manejando estadísticas duras, y cuando leí que el 51% del PIB ecuatoriano tiene su origen en empresas familiares me di cuenta que es un tema a tratar con mucha responsabilidad.

Existe una fuerte responsabilidad del empresario con su familia, con sus trabajadores, con el país y con la región. Ese deber es lograr que su empresa sea sostenible en el tiempo, que siga creciendo y que no termine por la ineficiencia de quienes llegaron a guiar las riendas sin conocimiento.

¿Por qué el mito sugiere que los nietos de los padres trabajadores terminarían en pobreza?
Porque hay una estadística en la que se demuestra que normalmente los hijos no pueden sostener lo que los padres crean y lo que heredan terminan dilapidándolo y por eso la siguiente generación no la hereda.

Tuve una experiencia hace un par de años con un empresario argentino muy exitoso. Él consiguió consolidar siete empresas en el rubro de la construcción y el transporte, y hoy está jubilado. Cuando le consulté sobre sus negocios me quedé impresionado con su primera respuesta: a mis empresas las hice ladrillo, vendí todo porque a ninguno de mis hijos les interesó nada, me cansé y con el dinero que obtuve compré casas y vivo de arriendos.

¿Acaso no es ese un duro pero real ejemplo? ¿Las empresas familiares deberían empezar por introducir a personas ajenas a la familia en mandos medios o a los altos mandos?

 Lo primero es tomar conciencia de que la problemática en las empresas familiares es una realidad y que es necesario discutir esos temas. Me satisface ver espacios de discusión donde no hay conflictos de intereses y que forjan, en definitiva, el lugar ideal para establecer un 'protocolo familiar'.

Hoy el norte de toda empresa de este tipo es consolidar aquel acuerdo de voluntades que, en lo formal, en un documento donde se establecen las reglas del juego en materia de políticas salariales, de contratación y sucesión de personal, en inversiones y distribución de utilidades... Es llevar toda la complejidad de lo empresarial al plano familiar para establecer límites tanto para la empresa como para la familia.

¿Se refiere a profesionalizar las empresas?

 Se habla mucho de que profesionalizar las empresas familiares es contratar a terceros, pero eso es un mito. En las empresas familiares tú tomas decisiones con el corazón. El corazón, el sentimentalismo, te dice: quiero que mis hijos manejen el negocio que fundé. De allí que los padres se esfuerzan en educar a sus hijos para la sucesión aunque eso no garantice nada. Entonces entra el plano de la comunicación en la que se visualiza el ingreso de otras personas que permitan que el negocio funcione.

 ¿Los sucesores empresariales nacen o se hacen mediante la educación?


Si tú obligas a los hijos a perpetuar la empresa familiar, cuando los fundadores mueren y ese hijo no tiene la pasión para el negocio, lo primero que harán es venderla. La alternativa es buscar mecanismos como directorios mixtos o consejos familiares.

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