sábado, 9 de noviembre de 2013

La economía en América Latina: Reaccionar antes de que se cierre la ventana




ALMO.- 1 Noviembre 2013 Así lo detecta el informe titulado Perfil Económico de América Latina 2014: logística y competitividad para el desarrollo, redactado por la OCDE, el Banco de Desarrollo de América Latina y la CEPAL, y dado a conocer en la pasada XIII Cumbre Iberoamericana, que muestra los síntomas de la desaceleración en la región.
“Latinoamérica puede todavía alcanzar un crecimiento sostenible e inclusivo, pero la ventana se está cerrando”, ha advertido el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría. “Para aprovechar las oportunidades que presenta una economía global cada vez más interconectada, los países de la región necesitan incentivar la competitividad por medio de la diversificación económica, el mejoramiento de las capacidades logísticas y un movimiento hacia actividades de mayor valor agregado”.
Exportaciones vulnerables
Que es tiempo de cambiar, lo ilustra el informe con una serie de señales. China, donde se han concentrado las exportaciones de minerales de los países de la región –tanto el cobre chileno como buena parte del níquel cubano–, está experimentando una desaceleración de su economía, con lo que la demanda de aquellos cae, los precios bajan y disminuyen los ingresos. Otros factores que se señalan son el tibio despegue económico de Europa, aún signado por la incertidumbre, y los vaivenes de la política monetaria de EE.UU., un país que es destino fundamental de las materias primas latinoamericanas.
Las exportaciones de materias primas del subcontinente han venido suponiendo su mayor fuente de ingresos desde comienzos del siglo: en 2000 eran el 40 por ciento y en 2011 pasaron a significar el 60 por ciento. Esa bonanza hizo posible elevar los estándares sociales y el surgimiento de una nueva clase media en la región. Pero, ahora, en tiempos de enfriamiento de la demanda, habrá que revisar si ese modelo de exportador de materias primas puede ser una base estable para el crecimiento y para la erradicación de la pobreza.
Muy pocos rubros, para pocos mercados
Según el informe de los expertos, las economías latinoamericanas tienen una serie de puntos débiles, y a su ya mencionada dependencia de la “buena salud” de los países importadores, se suma que estos constituyen un círculo muy reducido.
En el centro de la circunferencia se ubica EE.UU., que como principal importador recibe el 35 por ciento del total de las exportaciones latinoamericanas. Si se va a los casos particulares, se observa que hacia el país norteño llega el 28 por ciento de las exportaciones venezolanas, el 43 por ciento de las colombianas y el 80 por ciento de las mexicanas (fundamentalmente coches, piezas de coches, artículos de electrónica, textiles). En tal sentido, el país azteca está muy expuesto al ciclo de negocios de su vecino, por lo que una contracción de la demanda norteamericana tiene impactos negativos directos en su actividad industrial.
Otro handicap de la región es la insuficiencia logística, que atenta incluso contra un mejor desempeño del modelo actual, ya mejorable. De acuerdo con el informe, el 57 por ciento de los productos de exportación latinoamericanos son perecederos, en comparación con el 17 por ciento que estos representan en el comercio exterior de los países de la OCDE. El buen estado de tales rubros se ve comprometido por unos servicios de transporte no confiables, una red deficiente de carreteras y vías férreas, y los altos costos del traslado de los envíos, que demoran tres veces más en llegar a su destino, en comparación con el tiempo empleado para ello en países de la OCDE. La competitividad va, claramente, a la baja.
Por otra parte, a diferencia de las economías europeas y asiáticas, en las que la productividad y los ingresos suelen ir de la mano en una línea en ascenso, de manera sostenida, los expertos advierten en América Latina períodos erráticos y volátiles en los que la productividad desciende mientras los ingresos van al alza.
La explicación radica en que se crea empleo en sectores de baja productividad, en muchos casos como modo de atajar el desempleo. Se garantiza, pues, que el paro baje a cifras más “tranquilizadoras”, pero dado que las producciones no son de alto valor agregado, es imposible pagar salarios altos que a su vez generen demanda, extiendan el consumo y contribuyan a mejorar aún más los niveles de vida. El estancamiento es patente.
La diversificación productiva, un imperativo
El informe de los expertos incluye algunas recomendaciones para que la región evite caer en un impasse similar al de la década de los 80, la denominada “década perdida” en América Latina. El hecho de que la contribución latinoamericana al crecimiento del PIB mundial permanezca inalterable desde hace más de 20 años (entre un siete y un nueve por ciento anual), mientras que Asia ha doblado su propia cifra en el mismo periodo, hace saltar algunas alarmas.
La diversificación de los sectores productivos sería un impulso crucial. En opinión de los autores, los gobiernos deberían plantearse una política industrial diseñada para atender al interés general del desarrollo de los países, y no exclusivamente a los intereses privados.
Asimismo, el informe anima a los países del área a utilizar la riqueza que generan sus recursos naturales como plataforma de transición hacia sistemas de producción que hagan mayor empleo de la tecnología y el conocimiento, a estimular la innovación, y a diversificar las exportaciones, particularmente hacia el sector de los servicios, que ofrece mayores oportunidades a medio y largo plazos.
De igual modo, la tarea de definir nuevos rumbos económicos sin descuidar el incremento de los niveles de vida, exige mayores recursos fiscales. Hay que crear instituciones y reglas para fortalecer la legitimidad de una política de impuestos clara, que derive en una mayor recaudación, y que esta pueda dedicarse a proyectos estratégicos de desarrollo.

Así, a manera de consejos, las líneas están trazadas. Únicamente queda por ver si existe voluntad política para seguirlas… antes de que la ventana se cierre.

Álvaro Rojas - Aceprensa.

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